La joven de 23 años vive alejada de las rutinas. Con una agenda full de compromisos como modelo, su prioridad es ser mejor persona y disfrutar lo que hace. Esto lo ha logrado gracias a su sencillez, valor que le ayudó a llevar con los pies en la tierra su título como Miss International 2015.
Estilismo y Maquillaje: Gio de la Rosa
Locación: Central Park Nueva York
Amanecer en distintos países, tomar vuelos constantes. Tener la maleta lista para salir de casa. Ir y volver. Vivir el presente, pero con tranquilidad. Así son en parte los días de Edymar Martínez, desde hace dos años, cuando comenzó a trabajar como modelo profesional tras salir de su compromiso como Miss International 2015. Un título que le enseñó mucho de humanidad y empatía.
“Mi trabajo es muy cambiante, ningún día es igual a otro. No sé en dónde voy a estar dentro de una semana o en tres meses. Siempre estoy en constante movimiento”, dice en tono reflexivo la venezolana de 23 años, que mantiene su vida personal en la mayor reserva posible. De por sí, lo que publica en su cuenta de Instagram (@edymarmartinez) solo está relacionado con su labor frente a la cámara.
Esto tiene una razón de ser muy práctica. “Yo no me considero una influencer, solo soy Edymar”. Para ella, en las redes sociales hay mucha exposición y esto es delicado; de abrirse más le daría permiso a que muchos vengan a juzgarla sin necesidad. “Algunos muestran solo lo bonito”, dice nostálgica mientras disfruta de la luna madrileña y espera las indicaciones de su próximo viaje.
Por los momentos, las imágenes capturadas de su esbelta figura, tez blanca y ojos verdes han sido utilizadas para campañas, revistas y catálogos, más orientadas hacia lo comercial. No descarta la idea de estar sobre las pasarelas y ser un “ángel” (de Victoria Secret, por ejemplo), pero reconoce que aún tiene un camino por recorrer. “No es tan fácil como la gente cree. Hay que seguir unos pasos y sé que lleva trabajo. También puede que sea factor suerte”.
¿Cuál es tu sueño?
Mi sueño es simple… ¡Ser feliz! Puedo decir que antes mi manera de descifrar el éxito era solo si me convertía en una persona famosa o la modelo mejor pagada. Claro, si llego a eso me gustaría y lo disfrutaría (risas). Pero ahora veo las cosas diferentes: soy feliz donde estoy y con lo que estoy haciendo porque me gusta. Esto suena sencillo, y a la vez no; para mí ya es un éxito estar aquí.
¿Cómo llevas los viajes frecuentes con tu vida personal?
El concurso de Miss International me preparó para esto. Durante un mes tuve rutinas fuertes que seguir: muchos viajes, maquillarme de madrugada como una profesional y estar lista a las 4:00 am para cumplir con la agenda. Aunque de modelo es menos la intensidad, no es fácil estar lejos de tu familia. No me quejo porque es una gran experiencia y es parte de mi trabajo; tengo muchos recuerdos de lugares y personas grandiosas. Pero donde estoy, casi siempre trato de buscar ese calor humano para sentirme en casa. Me gusta mi país, aun cuando estoy lejos.
¿Con cuáles países te has sentido en casa?
Estuve en Medellín (Colombia) y me sentí muy bien. Se me parecía a Caracas, me recordó mucho a Venezuela. También en Tokio (Japón) he conseguido una paz indescriptible, son personas muy educadas. Es otro mundo, otra cultura.
¿Cuál es tu propósito para este año?
Seguir creciendo como modelo y ser mejor persona cada día. Ahora me establezco metas más cortas que largas, así siento que las cumplo sin que queden tan lejos. También cuido más mi salud y quiero conectarme más con mi cuerpo. Me encantaría estudiar y obtener mi título universitario como Psicóloga, aunque también me llama mucho la atención dermatología y cosmetología. Pero siento que soy buena para hablar con las personas, ayudarlos y darles consejos.
¿Qué evolución dejó el Miss International en tu vida?
Desde el Miss International he cambiado mucho. Yo entré siendo una niña al mundo del espectáculo y eso te envuelve. Tuve que defenderme, adaptarme y trabajar para que la gente me conociera. En este camino he tenido el apoyo de muchas personas, como mi madre, quien me enseñó a tener los pies en la tierra. El concurso me enseñó a ser más humana y una persona que más amo: trato de tener más empatía, porque cada quien enfrenta su vida a su manera; yo no soy quien para juzgar a los demás. Alejarse de la familia es duro y eso te hace madurar. *
“Desde hace muchos años la mujer se ha destacado, pero el machismo no dejaba que las vieran. Ahora nos están valorando como siempre debieron hacerlo. Antes no nos daban el puesto que nos merecíamos. Por eso hay que seguir alzando la voz y trabajar mucho”.
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