La amabilidad y elocuencia de la esposa del embajador de Portugal le permiten marcar la diferencia como presidenta de la Asociación Diplomática de Panamá. Una labor que realiza con mucho compromiso y orgullo desde finales del año pasado.
Ana Pessoa e Costa está muy agradecida con la vida. Las tres décadas que tiene en el trabajo diplomático junto a su esposo Pedro Pessoa e Costa, embajador de Portugal en Panamá, le han dejado una enriquecedora experiencia. La misma que ha usado para dirigir una organización sin fines de lucro que tiene entre sus objetivos sociales apoyar a los más vulnerables de la nación que reside.
Se trata de la Asociación Diplomática de Panamá (ADP), de la cual es presidenta desde hace menos de un año y trabaja junto a un equipo de 11 personas de distintas nacionalidades. La tarea fundamental es acoger a las familias de los diplomáticos acreditados e integrarlas a la realidad del país: “En la práctica es más proximidad y no sólo mirar por la ventana. Es ir a la calle y compartir vivencias”.
Asociación Diplomática de Panamá
Es por ello que el lema “Vivir, sentir y compartir Panamá” calza a la perfección con la idiosincrasia de esta junta directiva que ha organizado iniciativas para recaudar fondos, crear proyectos de reinserción y realizar donaciones. Sin embargo, cada actividad tiene un trasfondo positivo: lograr un intercambio cultural entre las embajadas y los habitantes. Y es allí donde Ana deja entrever la madurez y buena voluntad que ha acumulado en su paso por Inglaterra, Francia y España para llevar las riendas de esta asociación.
“Me encanta ver que la gente cambie su calidad de vida, yo solo soy una intermediaria”, dice con un tono de voz bajo y pausado esta profesional del área de Mercadeo y quien en su momento trabajó en la televisión portuguesa, hasta que un día tomó la decisión de acompañar a su marido en esta carrera por el mundo que ha hecho suya y de la que se siente totalmente realizada.
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Aún con la responsabilidad y el desafío que representa para Ana y su esposo debutar en el área diplomática panameña como representantes de Portugal, ella apuesta a hacer las cosas con amor, para que salgan bien. Así como se trató de la crianza de sus dos hijos varones (adultos ahora). “Yo considero que estamos como seres humanos en esta tierra para dejar algo, de lo contrario no tendría sentido”, dice con optimismo la mujer sencilla que asume este rol con mucho gusto.
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-¿Qué significado tiene para usted presidir esta asociación?
Es un motivo de alegría, no sólo para mí sino para Portugal. Es un gran reto usar la Asociación Diplomática de Panamá para hacer más y mejores cosas aquí, tanto de integración con los diplomáticos y sus familias, al igual que los proyectos de carácter social. Todos los países tienen una asociación de este tipo y siempre he estado involucrada con ellas. Creo que es una forma de conocer el país; para mí es casi una misión, un gusto y placer.
-¿Cuáles retos personales se ha planteado desde que asumió la presidencia de esta junta directiva?
Durante mi vida he acompañado a mi marido en su carrera de diplomático y tuve la oportunidad de trabajar en diversos países. El reto está en cómo dar a conocer a nuestras embajadas asociadas que hacen una labor extraordinaria y muchas veces no se ve. Además, ayudar a los diplomáticos a entrar en la realidad de Panamá y adaptarnos, dándole lo mejor del nuestro también.
-¿Cómo ha sido el proceso de adaptación en Panamá?
Ha sido muy positiva y yo creo que no podemos compararlo. Cada país tiene sus características, historia y cultura; los panameños tienen un gran carisma y son muy abiertos para acoger a los extranjeros. A nosotros nos encanta la diversidad: llegar a un país, conocer lo mejor que tiene y adaptarnos a eso. Desde el primer día que llegué me siento muy feliz.
-¿Incluso el clima?
Así es. Hemos estado en países con un frío increíble y también nos adaptamos. Nosotros vemos el lado positivo porque tenemos que vivir lo mejor posible y dar nuestra contribución. Por esa razón estamos acá.
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-¿Cómo equilibra esta labor con el hogar?
Siempre he dicho que debemos hacer una buena gestión de nuestro tiempo. Cuando estamos contentos con nuestra labor existen formas de conciliar actividades profesionales con la familia. Realmente creo en eso. Ahora mis hijos de 27 y 23 años son profesionales y no necesitan tanto de mi apoyo, como antes cuando estaban pequeños y viajaban con nosotros. Aún así procuré hacer otras actividades que me completasen en el área de integración social y comunicación.
-¿Qué tan demandantes son los proyectos Asociación?
Desde el primer día, el trabajo es diario. La junta es un colectivo y trabajamos en equipo; hay integración y solidaridad. Yo siempre decidí que las actividades de la asociación son abiertas: cómo hacer mejor la realidad panameña e intentar apoyar sus carencias sociales nos permiten compartir nuestras buenas prácticas.
-¿Qué valores desean transmitir a través de ellos?
Nos gustaría transmitir que los diplomáticos podemos hacer mucho más y debemos involucrarnos dentro dentro de nuestras posibilidades para apoyar a las personas que más nos necesitan. Esta es una regla para todos los ciudadanos, no solo para los diplomáticos. Con poco podemos hacer mucho, como lo señala el poeta portugués Fernando Pessoa: “Todo vale la pena cuando el alma no es pequeña”.
-¿Cuáles historias en Panamá han conmovido su corazón?
El trabajo en el Hogar San José, Madre Teresa de Calcuta, de las Misioneras de la Caridad es sin duda un ejemplo de entrega total. Las hermanas religiosas dan todo por su trabajo en áreas donde muy pocos tienen el coraje, sin esperar nada a cambio. La asociación les hizo una donación significativa. También nos conmovió la Escuela Santa Rosa, en Capira, que está en condiciones precarias. Para nosotros la educación es muy importante.
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-¿Qué legado quiere dejar en su paso por la ADP?
La Asociación debe tener una vida propia y estar abierta a nuevas ideas. Me encantaría lograr más apoyo en las áreas culturales y creativas porque hay mucho talento y ese es el futuro del país. La cultura une a los hombres. La cultura es paz para todos.
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De la Asociación
La Asociación Diplomática en Panamá tiene 20 años, pero su persona jurídica está conformada desde hace siete años. La junta directiva actual se formalizó en noviembre del año pasado, tras un proceso de elecciones en la que quedó seleccionada como su presidenta Ana Pessoa e Costa, esposa del primer embajador de Portugal en este país. Hasta la fecha han realizado actividades para recaudar fondos como Sabor Solidarios, evento gastronómico en el que cada país aporta platillos de su gastronomía, galas diplomáticas, donación de telas para la fundación Integrarte (que se encargó de realizar uniformes para un restaurante) y jornadas de danzas que permiten mayor visibilidad.
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